viernes, 13 de marzo de 2015

Memorias de mis bestias cotidianas

Despertar después de extraños sueños
mientras la vida se escapa con el viento
y las sonrisas vuelan como hojas en otoño;
sin destino, sin sentido, sin los versos de amor.

Un desierto de suspiros en el corazón
como ausencia de besos, de tu voz, de sol.

Las letras ligeras en tus poemas
son mi consuelo de noche y cara al cielo.
Conversar contigo más, minutos de realidad que son sueño.

Corazón amargo que anhela la dulzura de un café
y el favor del suicidio lento, en minutos de cigarro;
Con el aroma de tu flor en mano.

El silencio y los sueños caen en tus ojos;
como el amanecer de unas notas, un tintero, hojas,
el escritorio, los borradores, en la dicha de tu mano.

La satisfacción de encontrar el modo de los nuevos versos, en la imaginación te arrebato un beso.

Y en la ausencia de tu voz
mi sol de medio día, deja de brillar.

Y pretendemos ser felices
aunque el cielo en ocasiones nos ignore.

Al final del día, en el registro de mis memorias,
el abrazo de mis bestias que mienten al hablar,
un día de alaridos, desatinos, paz y comprensión.

El dolor incómodo del suspiro se disipa frente al espejo
con una sonrisa.

Pasan los días y la conclusión siempre es la misma;
la soledad no es el problema sino la falta de libertad.

Nadando en los ladridos de un mar sin sentido;
la falta de espíritu y un amor más humano,
los versos son un secreto para resguardar mi futuro...

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