Este barco
avanza con ayuda de cada mirada, sonrisa, cielo, corazón y manos que acarician
los tejidos de su alma, es la magia que le mantiene vivo y con rumbo a los
sueños. Es el barco donde suben los desesperados, los amantes, los anhelantes de
las sonrisas del mañana, los visionarios, los deprimidos, los adolescentes
solos, los locos, los que prosperan en sonrisas. Esa magia es el respiro de las
ideas, el valor de los momentums, la certeza de que merece la pena la vida, el
color que tiñe las memorias humanas, el registro del papel sin vida que anhela
tu suspiro de vida, los placeres solitarios, las estrellas que murieron antes y
que iluminarán nuestras noches incluso después de que dejemos de caminar. A
este barco también suben adolescentes de firme pelea con la vida, ancianos con
el brillo en la sonrisa que posee la primera infancia, también los adultos que
no quieren envejecer a pesar de las súplicas de su cuerpo agotado por el
tiempo. La juventud que ama para intentar decir que se desea vivir alimenta esa
flor con los versos de poesía de la misma historia contada una, otra y mil
veces más de diferente forma. En este barco la soledad es miel, es dolor, es
gozo, sin razón, es verdad, es certeza e incertidumbre. Todo nos recibe a
brazos abiertos, son los segundos de nuestra vida en que dejamos el estado
animal para intentar abordar la nueva ola que quizá nos conduzca a un mejor respirar,
una nueva forma de vivir, sentimientos mas tiernos, sueños mas sinceros, deseos
mas ligeros, mayores ganas de despertar para los rayos del sol aprovechar. Este
barco es frágil, sus alitas son de papel, las instrucciones para honrarle son tatuajes
en su piel. Guarda sueños y secretos que cualquier mirada atenta puede
descubrir, guarda nuestra historia y nos mantiene a salvo del mar del olvido. Son
todos esos libros que nos atrapan hasta el final, esos que nos sugieren reinventar el final.
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